Hay que llorar para conocer y valorar la alegría, se repitió así mismo. Se había dado cuenta de que tenía en su interior mas luces que sombras, y dado que aquellas eran mas fuertes que las sombras se había perdonado así mismo por el dolor que se había causado.
Había abierto los brazos para recibir las bendiciones en vez de llorar; las lágrimas eran buenas a veces, pues le permitían desahogar el alma, pero llorar mucho no le permitía ver lo que tenia en frente porque le nublaba la vista.
Cada día me convenzo mas de que hay ángeles que jamas pueden mezclarse entre la multitud de la humanidad porque nacieron para alzar el vuelo solos, se dijo así mismo. Por mas que intenten comprender la humanidad no logran alcanzar el entendimiento necesario para mezclarse entre ellos, la gente ve lo que quiere ver aunque esto distorsione la realidad que tienen en frente, comprendió.
Había deseado perder la memoria y reiniciar todo el sistema, pero es necesario caer en el fango y ensuciarse el alma, para alcanzar la gracia y valorar la luz... Ahora abrió las puertas de la casa para dejar entrar los ángeles que encuentre en el camino, solo tendría que aprender a diferenciar entre las aves y los ángeles, no todo el que tiene alas puede volar, no todo aquel que tiene alas puede llamarse un ángel... La gracia de un ángel es su esencia, no todos poseen la misma, no todos logran encenderla, comprenderla o encontrarla, quien no la conoce la juzga, apagando la que lleva dentro y consumiendo la ajena...
Continuara...
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