No quiero correr detrás del tiempo.

El tiempo sigue andando mientras sigo aquí, y con cada despertar descubro que no es un día más, sino un día menos, y que me agoto con cada segundo que marca el reloj, y que me voy consumiendo cuando no estoy en uso, entonces pasa que quiero ir y vivir el tiempo que resta del reloj de arena, pero la casa de empeño sigue abierta y sin aceptar devoluciones, sin aceptar rebajas, sin aceptar el tiempo ni los amaneceres, sin aceptar las horas en silencio ni los segundos en alegría, o el bullicio de los recuerdos, o las fantasías absurdas de lo que no he vivido.

Aún queda tiempo dicen los libros, aún queda espacio dicen las revistas, aún queda cielo por descubrir y horizontes nuevos por conquistar, y sin embargo cuando todos quieren más tiempo, más recursos y más espacio, yo tan solo quiero salir y vivir el tiempo que resta en el reloj de arena, con lo poco o mucho que tengo como recurso, con el poco o mucho espacio arrendado en esta tierra solitaria llena de rosas marchitas.

Tanto afán por lograr cosas, tanto afán por comprar espacio, tanto afán por comprar tiempo, tanto afán por tener y dejar de ser, cuando lo que debemos es comprar recuerdos, para no olvidar que algún día vivimos. Tanto afán por ganarle al reloj la batalla de la muerte, tanto afán por frenar el olvido, el silencio, la oscuridad, cuando estamos destinados a morir y no a vivir. Tanto ahogo, tanto miedo, tanto afán por perder el tiempo, tanto afán por estar lejos cuando lo correcto es estar cerca, cuando lo que debemos es aprovechar el tiempo.

No somos eternos, más si fugaces, no somos el viento, ni el sol, somos como tornado que se forma, arrasa y se va, y el olvido y el lamento se llevan su rastro para siempre. Vivir es lo que debemos, ser felices es nuestro destino, aprovechar el tiempo y no extenderlo, aprovechar el ahora y no el futuro, aprovechar el respiro del instante, y no la puerta del pasado que ya se fue y te olvidó.

No quiero correr detrás del tiempo y llegar cansado hasta el final, quiero caminar sosteniendo la promesa de que puedo ser mientras estoy, de que puedo dar mientras recibo, de que puedo amar mientras me aman, de que puedo sentir mientras me tocan, de que puedo vivir ahora que puedo, porque es mejor caminar sosteniendo el reloj sin mirarlo, que correr deprisa pensando que vas a llegar tarde.